Por / Cesarin Leonardo Febles M. A
Las llamas han estado devorando sin piedad importantes extensiones de terrenos en El Seibo y sus campos y bateyes en lo que va de año. Cada vez que observamos esas columnas de humo alzándose hacia el cielo, nuestros corazones se llenan de angustia y preocupación. Estos incendios forestales no solo amenazan la vida silvestre y la majestuosidad de nuestros ecosistemas, sino que también ponen en riesgo la salud y el bienestar de las comunidades cercanas a los lugares donde ocurren.Las cifras son alarmantes. Según el comandante del Cuerpo de
Bomberos de El Seibo Víctor Vásquez son alrededor de 40 incendios forestales
los que han amplias extensiones en las zonas rurales. Imaginen por un momento la
vida silvestre que ha sido consumida, un vasto territorio de vida y verdor
reducido a cenizas. Cada metro quemado, cada arbusto consumido por las llamas,
cada animalito quemado o desplazado de su hábitat, es un golpe directo a la
biodiversidad que nos rodea y al hábitat de innumerables especies.
Pero el daño no se limita solo a la naturaleza. El humo
espeso y las partículas suspendidas en el aire se filtran en los pulmones de
nuestra gente, causando problemas respiratorios y agravando las condiciones de
salud de los más vulnerables. Es una situación que nos afecta a todos, sin
distinción. Además que si mientras los bomberos están ocupados apagando incendios
forestales se produce un fuego de envergadura en la ciudad puede que vidas
humanas y otras propiedades puedan ser afectadas.
Mientras se investiga seriamente y sin sesgos ni parcialidad, si es que ocurre, se espera que se desentrañen las causas precisas de estos siniestros. Es posible que la negligencia o la inconsciencia humana hayan jugado un papel importante. Ya sea a través de la quema descontrolada de rastrojos o el lanzamiento de fuentes de ignición en áreas baldías o en potreros secos y campos de caña, acciones que han contribuido a alimentar estas llamas destructoras. Pero también nos enfrentamos a un enemigo más sutil y persistente: el cambio climático y las prolongadas sequías que crean condiciones ideales para la propagación de estos incendios.
En medio de estos contantes incendios forestales, nuestros
valientes bomberos han estado en la primera línea de defensa, luchando
incansablemente para contener y mitigar los daños. Sin embargo, enfrentan
desafíos significativos debido a la falta de recursos y capacitación
especializada para combatir incendios forestales. Muchos de ellos carecen de
las herramientas adecuadas y los vehículos necesarios para acceder a zonas de
difícil acceso en los camiones.
Es hora de que las autoridades locales y nacionales tomen
medidas decisivas. Se debe priorizar la asignación de recursos y la
implementación de programas de capacitación específicos para nuestros bomberos,
la creación de unidades especializadas y equipadas con graders, y otros vehículos
como camiones cisteras de mayor capacidad. Es imperante que haya una mayor
vigilancia por parte del Ministerio de Medio Ambiente y otros organismos de
seguridad del Estado, que puedan efectuar las investigaciones e indagaciones requeridas
para dar con los responsables de aquellos incendios que hayan sido provocados.
Solamente con personal altamente entrenado y equipado
podremos responder de manera efectiva a estos desastres naturales y minimizar
los daños ambientales y económicos asociados.
Pero no basta con apagar las llamas. Debemos abordar las
causas subyacentes de estos incendios a través de campañas de concientización y
educación ambiental dirigidas a nuestras comunidades. La prevención y la
participación ciudadana serán fundamentales para evitar la ocurrencia de nuevos
siniestros y preservar los valiosos recursos naturales que nos han sido
encomendados.
Los incendios forestales en El Seibo y sus zonas rurales y
cañeras representan un reto significativo para la protección de nuestro medio
ambiente y la seguridad de nuestras comunidades. Pero si unimos fuerzas y
trabajamos juntos, con un enfoque integral que involucre la capacitación
especializada de los cuerpos de emergencia, la asignación de recursos adecuados
y la implementación de medidas de prevención y concientización ciudadana,
podremos preservar nuestros ecosistemas y garantizar un futuro sostenible para
las generaciones venideras.
Porque al final, no se trata solo de potreros y campos de caña,
de árboles y bosques, se trata de nuestro hogar, nuestro legado y nuestro
compromiso con la Tierra que nos sustenta. Hagamos de esta lucha una causa
común, y juntos, protejamos los pulmones verdes que nos dan vida.
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